La alimentación vegana cada vez forma parte del estilo de vida de más personas. Muchas se incorporan a este tipo de dieta por solidaridad con los animales o el medio ambiente, pero otras lo hacen simplemente por comer algo más sano. No obstante hay que tener precaución por que al igual que no es oro todo lo que reluce, no es ecológico todo lo vegano. Hoy en el post, la importancia de la dieta vegana y ecológica.
Enero y febrero son los meses que protagonizan los propósitos de fin o comienzo de año que muchas veces se quedan solo en propósitos y que nunca llegamos a cumplir. Uno de ellos, y cada día el de más personas es sumarse a una alimentación vegana. El reto en principio parece sencillo ir día a día durante todos los días del mes comiendo vegano… no obstante, es más complicado de lo que parece, sobre todo en España, donde los supermercados o sitios de comida preparada están plagados de elaboraciones con carne.
Como ya te hemos comentado en post anteriores, los motivos por los que una persona decide hacerse vegana o vegetariana son diversos… aunque la mayoría coinciden en hacerlo por solidaridad con los animales o el medio ambiente. Y lo cierto es que al planeta no le vendría nada mal que mucha más gente se sumara al mundo vegano ya que la producción de alimentos de origen animal produce un impacto ambiental mucho mayor que la producción de alimentos vegetales. La industria cárnica emite muchísimos gases contaminantes mermando así el bienestar y sostenibilidad del planeta.
«El veganismo también hace daño al planeta»
No obstante, hay que puntualizar algo… vegano no es sinónimo de ecofriendly. Si bien es cierto que en comparación con la producción de carne, la producción de vegateles es mucho menos dañina, hay que tener en cuenta que no todas las dietas veganas son ecológicas. Richard Gray, periodista de la BBC, afirma que, aunque es necesario, primordial e importante comer frutas y verduras, el veganismo también hace daño al planeta.
Dejando atrás las comparaciones, pues ya hemos señalado que la carne es más perjudicial para el medio ambiente, hay productos de origen vegetal cuya producción también genera gases, emisiones y contaminación. Por ejemplo, hay verduras y frutas que consumimos en cualquier momento del año, aunque no sean de temporada. Estas son sometidas a procesos de modificación genéticos contaminantes, o que han sido transportadas desde otros lugares por aviones que contaminan mucho más de lo que pensamos.
Lo que ocurre es que todo ese coste que provoca la producción de alimentos vegetales no se ve repercutido del todo en el precio. Muchas veces nos quejamos de que los alimentos ecológicos son más caros… Ellos sí tienen en cuenta todas estas circunstancias, pero no necesariamente una lechuga tiene por qué ser ecológica.
¿Cómo podemos evitar esto?
Por ejemplo consumiendo productos de temporada que no dejan un rastro contaminante en el transporte. También apostar por el consumo local, donde además de verse beneficiada nuestra salud, nuestro bolsillo nos lo agradecerá.
De esta manera evitaremos que se produzca un cultivo formado de determinados alimentos, conservando así sus propiedades y evitando su transporte.
También es importante, elegir, además de productos veganos o vegetarianos (o reducir el consumo de carne y pescado), productos orgánicos y ecológicos.
En definitiva, para crear una conciencia sobre la dieta vegana y ecológica hay que tener en cuenta cómo comemos, cómo producimos, cómo transportamos y cómo consumimos los alimentos. Parece complicado, pero una vez se pone en práctica es mucho más sencillo.
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