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En un mundo dominado por el trigo, la revalorización de granos ancestrales, como la espelta, el farro o el amaranto, están resurgiendo con fuerza, conquistando paladares y aportando una rica variedad de nutrientes y sabores a nuestra dieta.

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Un viaje a través del tiempo:

Estos granos, cultivados desde hace milenios por civilizaciones antiguas, ofrecen un viaje sensorial a través del tiempo. Su sabor único, con toques a nuez y tierra, nos transporta a épocas pasadas donde la conexión con la tierra era más profunda y la alimentación se basaba en la diversidad.

Espelta:

La espelta (Triticum spelta), también conocida como escanda o trigo escaña, es un cereal antiguo originario del Creciente Fértil, una región de Oriente Medio considerada cuna de la agricultura. Se cree que su domesticación se remonta a hace 10.000 años, siendo uno de los primeros cereales cultivados por el ser humano. La espelta fue un alimento básico en Europa y Asia durante siglos, pero su popularidad disminuyó con la introducción del trigo moderno. En la actualidad, la espelta está experimentando un resurgimiento debido a su alto valor nutricional y su sabor único.

Farro:

El farro es un término genérico que se utiliza para referirse a tres variedades de trigo antiguas: el farro piccolo (Triticum monococcum), el farro medio (Triticum dicoccum) y el farro grande (Triticum spelta). El farro piccolo es la variedad más antigua y proviene del Creciente Fértil. El farro medio se originó en Asia Menor y el farro grande, como ya se mencionó, es la espelta. El farro fue un alimento importante en la antigua Roma y Grecia, y todavía se consume en algunas regiones de Italia y otros países mediterráneos.

Amaranto:

El amaranto (Amaranthus spp.) no es un cereal en el sentido estricto, sino que pertenece a la familia de las amarantáceas. Es originario de Mesoamérica, donde fue cultivado por civilizaciones como los aztecas y los mayas. El amaranto era considerado un alimento sagrado y se utilizaba en ceremonias religiosas. Tras la conquista española, su consumo fue reprimido, pero en las últimas décadas ha experimentado un resurgimiento debido a su alto valor nutricional y su versatilidad culinaria.

Más allá del sabor:

Más allá de su atractivo culinario, la revalorización de granos ancestrales ofrecen una amplia gama de beneficios para la salud:

  • Ricos en fibra: Favorecen la digestión, regulan el tránsito intestinal y ayudan a controlar los niveles de azúcar en sangre.
  • Fuente de proteínas: Aportan proteínas vegetales de alta calidad, ideales para dietas vegetarianas y veganas.
  • Abundantes en vitaminas y minerales: Contienen vitaminas del grupo B, hierro, zinc, magnesio y fósforo, esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
  • Sin gluten: La mayoría de estos granos son naturalmente libres de gluten, aptos para personas con celiaquía o intolerancia al gluten.

Un mundo de posibilidades culinarias:

Los granos ancestrales ofrecen un sinfín de posibilidades culinarias, desde panes y pastas hasta ensaladas, sopas y postres. Su textura firme y su sabor complejo los convierten en un ingrediente versátil que puede ser utilizado en una gran variedad de recetas.

Un futuro prometedor:

La revalorización de granos ancestrales no solo nos acerca a nuestras raíces culinarias, sino que también nos abre las puertas a un futuro más sostenible y saludable. Su cultivo requiere menos recursos que el trigo, lo que los convierte en una opción más ecológica. Además, su capacidad de adaptación a diferentes climas y suelos los hace ideales para la agricultura sostenible.

La revalorización de los granos antiguos como la espelta, el farro, el amaranto, el kamut o la quinoa no es una simple moda pasajera. Se trata de un movimiento que responde a varias tendencias y necesidades actuales:

1. Búsqueda de alimentos más nutritivos y saludables:

Los granos antiguos son naturalmente ricos en fibra, vitaminas, minerales y proteínas de alta calidad. En comparación con los cereales modernos, que a menudo han sido refinados y fortificados artificialmente, los granos antiguos ofrecen una nutrición más completa y sin procesar.

2. Preocupación por la sostenibilidad y la agricultura ecológica:

El cultivo de granos antiguos suele ser más sostenible que el de los cereales modernos, ya que requiere menos insumos químicos y fertilizantes. Además, muchos de estos granos son más resistentes a las plagas y enfermedades, lo que reduce la necesidad de utilizar pesticidas.

3. Interés por la diversidad culinaria y el sabor:

Los granos antiguos ofrecen una gran variedad de sabores, texturas y aromas que pueden enriquecer nuestra dieta. Desde el sabor a nuez de la espelta hasta el toque terroso del amaranto, estos granos añaden una dimensión nueva y emocionante a la cocina.

4. Conciencia sobre la intolerancia al gluten:

La mayoría de los granos antiguos son naturalmente libres de gluten, lo que los convierte en una alternativa ideal para personas con celiaquía o intolerancia al gluten. Esto ha abierto un nuevo mercado para estos productos y ha impulsado su popularidad.

5. Valoración de las tradiciones y la historia:

El consumo de granos antiguos nos conecta con nuestras raíces culinarias y nos permite conocer y apreciar la sabiduría ancestral de las culturas que los cultivaron durante siglos.

Anímate a descubrir el mundo de los granos ancestrales y disfruta de una experiencia culinaria única y nutritiva. Tu cuerpo y tu paladar te lo agradecerán.

¡Recetas con granos ancestrales!

Para comenzar tu aventura con los granos ancestrales, te proponemos algunas recetas sencillas y deliciosas:

  • Ensalada de quinoa con verduras asadas: Un plato fresco y colorido, ideal para una comida ligera o una cena vegetariana.
  • Pan de espelta integral: Un pan con un sabor y aroma únicos, perfecto para acompañar tus comidas o preparar sándwiches saludables.
  • Galletas de amaranto con chocolate: Un postre saludable y delicioso que encantará a toda la familia.

Explora las diferentes opciones disponibles y descubre nuevos sabores y beneficios para tu salud.

¡Buen provecho!

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